Editorial 8ª Edición.

EDITORIAL

La cesantía juvenil es un tema que atañe a toda nuestra sociedad, ya que cada día son más las personas que salen a laborar a temprana edad, las cuales en busca de mejores condiciones económicas, se inmiscuyen en un mundo nuevo para ellas, como lo es el trabajo. Es por esa razón que los dueños o encargados de las diferentes vías de opciones de trabajo, pagan unos sueldos miserable o simplemente no brindan la oportunidad para que estos jóvenes desempeñen un rol activo en la sociedad, dejándolos sin oportunidades en el presente, pos una supuesta “falta de experiencia”, argumento que es bastante usado actualmente para cerrar las puertas a miles de personas que van en busca de una determinada labor, para la cual muchas veces se sienten capacitados o simplemente tiene en anhelo de realizar una buena función, pero ven trucadas sus posibilidades al encontrar en aquella fuente laboral un portazo enorme.

La única manera de demostrar que no existe una discriminación hacia los jóvenes, es brindando oportunidades y pagando sueldos dignos, ya que si un empleado con experiencia gana X cantidad de dinero, un joven desempeñando la misma o inclusive mejor labor que ese trabajador, por lo menos debería obtener la misma cantidad de salario, pero en la realidad eso no ocurre, porque se privilegia a la experiencia en vez de complementarla con la juventud, o acaso no es común ver los típicos avisos “se necesita secretaria con experiencia”. Ese es un claro ejemplo de lo que estamos hablando, la escasa oportunidad para los trabajadores jóvenes.



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El tesoro de nuestro patrimonio

Prácticamente todos quienes hemos nacido en los sectores cercanos a Valparaíso, hemos escuchado por parte de alguno de nuestros padres, abuelos o tíos diferentes historias y míticos cuentos relacionados con el puerto de la V región. No importaba si se trataban de marineros o piratas, prostitutas o viudas locas, Monstruos o espíritus en pena, pues cada uno de esos relatos fascinaba más que el anterior. Lo que no es más que solo una pequeñísima muestra de lo que significa Valparaíso.
Su maravillosa y única estructura asombra a cada uno de los turistas que transitan por sus calles, sus costumbres, su gente y sobre todo el aire que se respira en Valparaíso crean una composición tan variada como única.
Desde que tengo uso de razón he sido testigo de cómo miles de artistas, poetas y trovadores le cantan al puerto de sus amores. Describiendo sus calles y bares como lugares místicos y mágicos, aliados de la noche porteña y de las criaturas y circunstancias que esta atrae. Es quizás la mezcla de licor, mujeres y aroma a mar lo que hace tan especial a la ciudad o simplemente es por causa del místico ambiente porteño.
Sus calles envuelven tantas historias como años, transformándose en testigos del paso del tiempo. Haciendo de cada uno de sus rincones en un lienzo ya pintado, pero con mucho espacio por crear.
Bastante razón tenían los admiradores de la capital de la V Región, pues surge un “algo” especial en el puerto. Un “algo” que no solo se respira, sino que también se palpa con cada persona, se oye con cada ruido, se observa con cada edificio y se huele a millas.
Todo esto llevó a la ciudad porteña a ganarse el titulo de patrimonio de la humanidad, galardón que comparte solo con un par de otros lugares en Chile, Rapa Nui y las Iglesias de Chiloé.

Cuando la UNESCO nombró a Valparaíso patrimonio de la humanidad (2003), la comunidad porteña no solo adquirió un galardón, sino también una gran responsabilidad, principalmente del Gobierno Chile quien debe velar por el mantenimiento y conservación de los sitios patrimoniales dentro de su territorio. Lamentablemente, muchos de estos sitios han caído en una latente decadencia por causa del deterioro y la poca preocupación de la población. Aunque no son todos, pues si existen quienes velan de verdad por la preservación del patrimonio.
Han pasado ya 4 años desde el comienzo de la era “patrimonial” del puerto. Cualquiera diría que es el tiempo suficiente para que se cree una conciencia ciudadana global, pero los hechos demuestran lo contrario. Tal es la situación que incluso se ha puesto en jaque la continuidad de la ciudad de Valparaíso como Patrimonio de la humanidad. Lo que en un comienzo se observó como una posibilidad de mejoramiento urbano, hoy resulta ser nada más que un puñado de promesas incumplidas.

De acuerdo a lo establecido por la UNESCO, un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad, es un lugar específico que ha sido nominado y confirmado para su inclusión en la lista mantenida por el Programa Patrimonio de la Humanidad. Dicho programa es administrado por el Comité del Patrimonio de la Humanidad perteneciente a la UNESCO.
El fin de esto es catalogar, preservar y dar a conocer sitios de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad. Bajo ciertas condiciones, principalmente el mantenimiento y preservación del lugar. Los sitios mencionados pueden obtener fondos de la fundación para la conservación del Patrimonio de la Humanidad.

Cada sitio patrimonial pertenece a su país de origen, pero se considera en el interés de la comunidad internacional y debe ser preservado para las futuras generaciones. La protección y la conservación de estos sitios son una preocupación de los 184 países que apoyan al Patrimonio de la Humanidad. Aunque principalmente son los propios habitantes y sus autoridades quienes deben cumplir las condiciones y velar por labores tanto de mantenimiento como de restauración.

Paradójicamente, día a día las calles del puerto se llenan de basura y desperdicios, Sus edificios caen, y las costumbres se pierden ante la inmisericorde modernidad. Han existido algunos planes de acción por parte de las autoridades con el fin de conservar el patrimonio, pero nada concreto ni eficaz.

Es importante que la comunidad tome conciencia de lo que estamos perdiendo, y genere una verdadera presión en torno al tema con el fin de tomar cartas en el asunto, pues la calificación de “patrimonio de la humanidad” no es un término turístico, ni una estrategia de marketing. Ser patrimonio de la humanidad implica un pasado marcado por la historia del hombre, una fotografía de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que seremos, un tesoro invaluable que debemos proteger y cuidar.


Europeos y Latinoamericanos

La diferencia entre estas dos comunidades es aterradoramente abismante, el trato hacia un ciudadano del viejo continente es casi como de un plebeyo dirigiéndose a un rey, en cambio cuando un vecino americano llega a nuestro país para residir, se le trata como un ladrón, como una persona que nos viene a desplazar en nuestros puestos de trabajo, y ¿por qué?, porque a los peruanos (el ejemplo más común hoy en día) les pagan una suma de dinero vergonzosa y esto le permite abaratar costo a los patrones de Chile, pero en el momento que se aprueben leyes como la de amnistía, estas situaciones serán regularizadas y no existirá más esta diferencia en nuestro país, pero si los chilenos no tenemos una conciencia de ayuda social en la región estas iniciativas no servirán de nada, ya que, el odio implantado en la raíz de la sociedad siempre estará.

La discriminación, el racismo y la xenofobia son actos despreciables, que se viven tanto en nuestro país como en el extranjero, cuando un compatriota llega, de la misma manera que llega un peruano o un boliviano a nuestro país en busca de nuevas oportunidades, a un país de Europa o a “la tierra de las oportunidades”, llámese Estados Unidos, también puede sufrir estas atrocidades, de echo años atrás, un país que constantemente es receptor de colonias chilenas como lo es Suecia, ponía es sus tiendas comerciales letreros que en español se traducían como, “si ve a un chileno robando, déjelo, es su cultura”, que ejemplo más terrible de discriminación que éste. Claro que, por supuesto siempre han existido delincuentes en todo el mundo, pero encerrar a toda una colonia como ladrones, por ciertas situaciones particulares no es valido, ni aquí ni en “chuchunco city”.

Sin duda, tenemos la firme esperanza, de que reuniones como la Cumbre Iberoamericana, que se hizo hace algunos días, sirvan para dejar atrás problemas como éste, que a través de estos hombres y mujeres que hoy lideran el mundo, se escuche un mensaje de solidaridad, hermandad y tolerancia a los procesos de cambio, que al fin y al cabo sirven para mejorar nuestra calidad de vida, ya que, con actos bondadosos como la integración a inmigrantes, ciertamente, seremos mejores personas.

Sin embargo, esta ayuda de sociedad es un grano de arena, en un mar de injusticias sociales, como hoy muchos de los mandatarios latinoamericanos, y cualquier persona que abre los ojos se da cuenta. La distribución de las riquezas en la región y en otras partes del mundo son una burla a la inteligencia de las personas, un insulto directo a las gente que se esfuerzan para salir adelante junto a sus familias, y es por estas razones que encontramos totalmente lógicas, algunas declaraciones que hablan de la gran culpa en todo esto del brutal avance del neoliberalismo en el mundo, del mercado donde los pobres son prácticamente considerados como “daños colaterales” en el camino al “progreso globalizado”, esos pobres son los inmigrantes que hoy llegan a nuestro país y somos nosotros que llegamos a una nueva tierra en busca de un mejor futuro, el que no encontraremos en la propia tierra, a causa de estas mismas desigualdades.

Abriendo nuestra retina social

Es bastante triste contemplar como las personas discriminan consiente e inconscientemente a otros seres humanos, ya sea por cualquier tipo de defecto. Pero sobre todo cuando se trata de pacientes psiquiátricos, a los cuales se les mira con asco, más que eso, repulsión y en algunos casos, con miedo. Es triste imaginar las vidas de aquellas personas, las cuales lo único que buscan es la felicidad, ya que no todos tiene la oportunidad de nacer en una buena familia, la cual los alberge toda la vida y le demuestre el amor y el cariño que ellos merecen. Acaso ellos por vivir en un mundo ajeno al nuestro, en donde quizá sean mucho más alegres que nosotros no tienen la oportunidad de ser acogidos por la sociedad, acaso no son personas como todos nosotros, es más, es muy probable que posean mucha más bondad que una persona “normal”.

Tal como dice una canción de Arjona “se te apagó la luz o la encontraste, se te zafó un tornillo o lo apretaste… Regálame un poquito, un poquito de locura, que me ando fijando mucho en la marca de mi pantalón”, es una muestra clara de que existen personas que ven el mundo de otra manera, en otras dimensiones, las cuales pueden llegar a ser mejor que cualquier droga, pero lamentablemente son tachadas de locas por el resto y las discriminan y terminan encerrándolas en recintos “especiales” y ahí las dejan abandonadas para siempre, como quien se desasiera de un estorbo.

Por eso la existencia de hogares protegidos es una de las mejores iniciativas que se puede tener, porque no coartan la posibilidad de las personas de insertarse en la sociedad, realizándose así como personas, lo cual es muy importante para el ánimo y la autoestima de ellas.

Hay que hacer un llamado y eso es lo que hacemos nosotros, a no permitir el abandono de estas personas e invitamos a abrir nuestra retina social y dejar de lado las absurdas discriminaciones. Debemos abrirles las puertas a cientos de pacientes que desean reincorporarse al mundo, todo va en la actitud y en la buena voluntad de las personas, ya que no sólo con aportar mil pesos al año a través de un llamado en la Teletón vamos a ser mejores personas.

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